He rebasado ya los cincuenta, recientemente cumplí cincuenta y dos y lo significativo del número me hace reflexionar sobre mi vida y darme cuenta que me siento enormemente afortunado de lo que he vivido en este medio siglo.
He visto lugares que en algún momento solo soñé, he conocido gente maravillosa, me he enamorado más de una vez y he aprendido a querer de muchas más maneras, he tenido casi todo lo que he querido y en el proceso he aprendido a querer menos cosas y a más gente.
No recuerdo muy bien que es lo que esperaba de la vida hace veinticinco años, lo cierto es que han pasado muchas cosas que sin duda nunca esperé, buenas y malas, por desgracia muchos de mis amigos de esa época están muertos, la mayoría de SIDA, pero por fortuna, los que quedan vivos siguen siendo mis amigos aunados a los muchos más que he seguido conociendo a lo largo de estos años.
Vivo en un pais desde hace 23 años en el cual nunca pensé vivir y que nunca me gustó , sigue sin gustarme en muchos aspectos, pero me gusta el area donde vivo y lo más importante, aprendí a ser otra vez feliz, como lo había sido en México.
Reaprendí a vivir en familia y por si fuera poco la vida me dió la mía propia, tengo un hijo, que llegó inesperado pero que ha sido querido como si lo hubiera esperado toda la vida, tengo dos nietos a los que quiero de una manera que es difícil de explicar, porque nunca esperé tener ni sentir afecto de esta magnitud, lo única que se acerca para definirlo es la frase trillada, pero nunca más cierta de “ los quiero más que a mi vida”.
Muchos de los miedos de juventud se probaron infundados, como el de que la idea misma de cumplir ciencuenta era mas trágica que cumplirlos.
Los amores vinieron y se fueron, algunos reinventados, se quedaron, desde los platónicos de la infancia hasta el primero real a los 19 con el arrebato y la inconciencia de la edad
He visto lugares que en algún momento solo soñé, he conocido gente maravillosa, me he enamorado más de una vez y he aprendido a querer de muchas más maneras, he tenido casi todo lo que he querido y en el proceso he aprendido a querer menos cosas y a más gente.
No recuerdo muy bien que es lo que esperaba de la vida hace veinticinco años, lo cierto es que han pasado muchas cosas que sin duda nunca esperé, buenas y malas, por desgracia muchos de mis amigos de esa época están muertos, la mayoría de SIDA, pero por fortuna, los que quedan vivos siguen siendo mis amigos aunados a los muchos más que he seguido conociendo a lo largo de estos años.
Vivo en un pais desde hace 23 años en el cual nunca pensé vivir y que nunca me gustó , sigue sin gustarme en muchos aspectos, pero me gusta el area donde vivo y lo más importante, aprendí a ser otra vez feliz, como lo había sido en México.
Reaprendí a vivir en familia y por si fuera poco la vida me dió la mía propia, tengo un hijo, que llegó inesperado pero que ha sido querido como si lo hubiera esperado toda la vida, tengo dos nietos a los que quiero de una manera que es difícil de explicar, porque nunca esperé tener ni sentir afecto de esta magnitud, lo única que se acerca para definirlo es la frase trillada, pero nunca más cierta de “ los quiero más que a mi vida”.
Muchos de los miedos de juventud se probaron infundados, como el de que la idea misma de cumplir ciencuenta era mas trágica que cumplirlos.
Los amores vinieron y se fueron, algunos reinventados, se quedaron, desde los platónicos de la infancia hasta el primero real a los 19 con el arrebato y la inconciencia de la edad